Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1889-1890 (Cortes de 1886 a 1890)
Sesión: 3 de marzo de 1890
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Moret
Número y páginas del Diario de Sesiones: 105, 3090-3092
Tema: Reforma de la ley electoral para los Diputados a Cortes

No me levanto, Sres. Diputados, a contestar en el fondo al brillante discurso que acaba de pronunciar mi distinguido amigo el Sr. Moret. Me levanto a responder a las excitaciones que ha dirigido al Gobierno y a dar las explicaciones que le son debidas después de las preguntas que reiteradamente ha dirigido al Gobierno y al Presidente del Consejo de Ministros. Pero antes me ha de permitir el Sr. Moret que, sin entrar en el fondo de la cuestión, le diga que me parece que se ha dejado llevar un poco de la pasión de padre en la defensa del proyecto de ley tal y como lo presentó S.S., que era bueno, y claro es que a mí me lo pareció, puesto que lo acepté; pero que se ha dejado llevar un poco de la pasión de padre, porque, al fin y al cabo, hay que tener en cuenta que se introducía en las demarcaciones electorales una innovación, una reforma desconocida en este país; porque en España se habían hecho elecciones por distritos, se habían hecho elecciones por provincias, se habían hecho por circunscripciones, pero no se habían [3090] hecho elecciones jamás por el sistema de división electoral que propuso el Sr. Moret y que aceptamos con mucho gusto nosotros.

Pues bien; yo debo declarar que ese sistema, que a mí me parecía bien, no ha sido desechado por el capricho ni por la voluntad de la Comisión, sino porque ésta, siguiendo en esto las inspiraciones del Gobierno, que le dijo: salvado el principio, pero perfectamente salvado en todo lo que se refiera a buscar la verdad electoral, puede transigir con todos, con amigos y adversarios, llamó a conferenciar a su seno a todos los partidos y a todos los hombres políticos, no sólo de la Cámara, sino de fuera de ella; y de las audiencias que la Comisión tuvo sacó la consecuencia de que esa división electoral, por buena que le pareciera al Sr. Moret, y por buena que me pareciera a mí, no era aquella por la que se inclinaba la mayoría de las personas que con la Comisión conferenciaron, y que se decida más bien, para evitar dificultades, para obviar obstáculos, para simplificar discusiones y debates, a que se adoptara la división electoral que todos los partidos y todos los hombres políticos conocían, y a la cual todos veníamos acostumbrados. Ésta ha sido la causa de la variación que el Sr. Moret censura tanto, y en cuya censura va también envuelto algo de oposición y de crítica también a la Comisión, que, en mi juicio, no merece.

Si la obra del Sr. Moret se reformó por la Comisión, no ha sido por voluntad de la Comisión misma; ha sido por exigencia de las circunstancias y por exigencia de las opiniones, que se han manifestado en mayor número con un criterio favorable a una división electoral distinta de aquella que S.S. y yo pensábamos que era la mejor. Y esto que la Comisión ha hecho, esto que el Gobierno ha hecho, esto mismo hubiera hecho el Sr. Moret ocupando este banco; porque cuando presentó el proyecto de ley, dijo bien claramente en el preámbulo que lo presentaba con un espíritu abierto de conciliación y de armonía para discutir todas aquellas mejoras que se pudieran introducir en la ley a fin de buscar la verdad del sufragio universal. De manera que en esto la Comisión no ha hecho más que seguir paso a paso el camino que el mismo Sr. Moret le trazó, y por tanto no merece de parte de S.S. el reproche que ha dirigido a una Comisión en la que tiene tantos, tan buenos y tan antiguos amigos. Dispense S.S. que ponga esto, que no quiero llamar correctivo, pero sí rectificación, a las palabras que S.S. ha dirigido a la Comisión, y que pudieran parecer a ésta muy amargas, porque no las merece. La Comisión ha querido oír a todo el mundo, y si a alguien no ha escuchado, es porque no lo ha pretendido, y más aún, porque no ha querido responder al llamamiento de la Comisión.

Quizá, quizá, si todos hubieran respondido al llamamiento de la Comisión, se habría hecho lo que S.S. desea y la Comisión también deseaba, que era hallar, una vez triunfante el principio, la armonía de todas las fuerzas políticas del país dentro de esta ley electoral. Pero si esas fuerzas no han querido buscar de común acuerdo la armonía, no puede culparse a la Comisión, que en su llamamiento se ha dirigido a todos el mundo. Y yo debo declarar aquí que, según mis noticias, sólo acudió a ese llamamiento una parte pequeña de la Cámara y que las demás fuerzas no lo hicieron; al menos yo no tengo noticia de que acudiera el partido conservador, de acuerdo con el cual hubiera podido convenirse esa armonía que el Sr. Moret echa de menos, o en todo caso se hubiera hecho todo lo posible para encontrar esa armonía electoral. Por tanto, si esas fuerzas políticas no han acudido al llamamiento para buscar esa armonía, no se culpe por ello a la Comisión ni al Gobierno; cúlpese a aquellas personas que no quisieron venir a la Comisión a ayudarla con sus consejos, con su experiencia y con su ilustración. (El Sr. Romero Robledo: La comisión madrugó tanto, que estaba todo el mundo durmiendo cuando se levantó). El Sr. Romero Robledo dice que la Comisión madrugó mucho, que se dio mucha prisa. Más de cuatro meses estuvo el proyecto de ley sin que se diera dictamen, y más de un mes tuvo la Comisión abierta la información, teniendo por fin que cerrarla por no haber nadie que fuera a informar. (El Sr. Sánchez Bedoya: La verdadera información es la discusión parlamentaria; aquí es donde se busca la armonía).

¡Ah señores! esas grandes transacciones de las fuerzas políticas de un país, en la formación de las leyes, esas grandes armonías se hacen en las Comisiones. (El Sr. Sánchez Bedoya: Pues entonces, cerremos el Parlamento). No hay que cerrarlo, porque es preciso dar solemnidad a las leyes. En todas partes donde el sistema parlamentario está más adelantado, la verdadera discusión, el verdadero estudio de los proyectos de ley se hace en las Comisiones. En los Comités se hace todo en Inglaterra y en los Estados Unidos, aunque después, naturalmente, viene la solemnidad de los debates; pero cuando ya se ha hecho un estudio profundo del asunto, cuando se han transigido las diferencias, cuando se han resuelto las dificultades? (El Sr. Romero Robledo: Entonces no habría debates; porque si todos estaba arreglado, no había para qué discutir aquí). Los hay sencillos en otras partes, y aquí muy largos, y ese es el mal.

Pero, en fin, sea de ello lo que quiera, la verdad es que a la Comisión no concurrieron las fuerzas políticas representadas en la Asamblea, con el celo y buen deseo con que yo creo debieron concurrir, pues allí hubieran podido obtener lo que aquí no es tan fácil alcanzar y lo que ni siquiera pretenden realizar.

Yo lo desearía; no hay más sino que ahora no me atrevo a solicitarlo, porque vais a decir que lo que yo pretendo es alargar la discusión de este proyecto de ley; pero por lo demás, yo os preguntaría: si no habéis querido ir a la Comisión a informar y a ilustrar con vuestra experiencia el proyecto que se está discutiendo, ¿por qué no lo hacéis aquí? ¿Dónde están las enmiendas que habéis presentado? (El Sr. Romero Robledo: Hemos presentado muchas). Pero las habéis retirado casi todas, lo cual quiere decir que, por lo visto, la ley os parece tan buena, que no necesitáis enmendarla en nada. (El Sr. Romero Robledo: ¡Si la Comisión no admite ninguna!). Pues precisamente a este mismo artículo que estamos discutiendo se ha admitido una enmienda. Además, ¿no recordáis que apenas hay un artículo que no se haya modificado a consecuencia de las enmiendas presentadas, no por vosotros, sino por Diputados de otros lados de la Cámara? Ya a vosotros mismos, de las pocas que habéis presentado, se os han admitido algunas. (El Sr. Romero Robledo: Ni una. -El Sr. Garnica: La que se ha admitido [3091] hoy ampliando la representación de las minorías en las circunscripciones, ¿es de redacción?). Y la de los militares. (El Sr. Ministro de la Gobernación: La del señor general Salcedo. -El Sr. Romero Robledo: Esa fue al título 1º. -El Sr. Martínez del Campo: ¿Fue de redacción la que se admitió al Sr. Pons y que se refiere al art. 5º? -El Sr. Sánchez Bedoya: Luego ha habido enmiendas).

Resulta que ni la Comisión ni el Gobierno se han negado nunca a aquellas transacciones, a aquellas armonías que deben reinar entre las fuerzas políticas del país cuando de trata de una ley tan importante como ésta.

El Sr. Moret hace bien en defender los intereses de las diferentes fracciones de la Cámara como representantes de las fuerzas políticas del país, ya que ellos, por lo visto, han desatendido esto; pero lo que resulta es que el Sr. Moret, y yo también estamos haciendo el papel de procuradores de pobres.

Pero, en fin, lo que resulta es que el Sr. Moret encuentra ahora una dificultad para que esa armonía fuese completa, para que esa transacción fuese grande de entre todas las fuerzas políticas del país, a fin de que la ley electoral sea, no de partido, sino de la Nación española, y esa dificultad la encuentra el Sr. Moret en una enmienda, ya que se dice que la Comisión no admite enmiendas, que la Comisión ha aceptado, y por la cual se ha modificado el artículo que la Comisión presentó, siendo precisamente esa enmienda del Sr. Romero Robledo.

De manera que la Comisión no acepta enmiendas, y ahora resulta que ha aceptado una del Sr. Romero Robledo, enmienda que es una gran dificultad para el Sr. Moret. (El Sr. Romero Robledo: No es eso. Al contrario; al Sr. Moret le abro una puerta a la esperanza. Ya verá S.S. cómo dice que sí). Pues eso es lo que estoy diciendo. (El Sr. Romero Robledo: Su señoría dice que ésa es una gran dificultad para el señor Moret, y yo digo que es una esperanza). Pues bien; claro está que la modificación del artículo, conforme a algo que ha pedido el Sr. Romero Robledo, parece como que aleja lo que todos deseamos; porque desde el momento en que pueda regir esta ley sin que la acompañe otra de división territorial electoral, se justifica en cierto modo el terror que manifestaba el Sr. Azcárate, de que la ley de división territorial no sea ley, y también nace el terror que tiene el señor Moret.

En cuanto dependa del Gobierno, yo quiero quitar ese temor al Sr. Azcárate y a todos los que lo tengan. El Gobierno está redactando un proyecto de ley de división territorial electoral con la tendencia, no de ir a buscar exactamente lo que el Sr. Moret y yo habíamos creído bueno, y que luego se quitó, de hacer distritos en las capitales de provincia y circunscripciones en los pueblos, sino para dar, que es la garantía que hay que buscar en esto, mayor participación a las minorías, para darles garantías en la lucha electoral. El Gobierno tiene el propósito de disminuir los distritos y de aumentar las circunscripciones, y además el de armonizar esta nueva división territorial con el nuevo censo de población; porque claro está que el censo de población ha tenido modificaciones que naturalmente han de refluir en la división territorial, si se ha de cumplir uno de los preceptos de la Constitución. El Gobierno traerá dentro de pocos días ese proyecto de ley; quizá no pase esta semana sin que el proyecto quede sobre la mesa de esta Cámara.

¿Es que en efecto hay buen deseo y buena voluntad para buscar la armonía que tanto se proclama? Pues el Gobierno no ha de ir a la zaga en ese buen deseo, en esa buena voluntad, sino que ha de marchar a la cabeza, y desde luego declara que esta cuestión ha de ser completamente libre, y que los jefes de las oposiciones deben ser los que formen la Comisión que estudie y dé dictamen sobre ese proyecto de ley. ¿Qué resultará? Que si para la semana próxima está aquí ese proyecto de ley, si se nombra en seguida la Comisión, y si forman parte de ella los jefes de todas las oposiciones, habiendo buena voluntad a los seis o siete días puede estar aquí el dictamen, aun antes de que se acabe de discutir la ley electoral, y ese dictamen, propuesto por los jefes de todas las oposiciones, no tengo duda de que ha de ser aprobado por todos pocos días después de discutida la otra ley, con lo cual resultará que habrán desaparecido el temor del Sr. Azcárate y el terror del Sr. Moret, y que con la ley electoral saldrá, como parte adicional, la división territorial con todas las garantías que las oposiciones puedan desear. ¿Se quiere esto? Pues esto es muy sencillo, esto puede ser hecho tan sencillamente, que no ha de producir perturbación ninguna.

Entonces se hará en una sola ley, porque en la misma que estamos discutiendo se consignará, en lugar de la división territorial de la ley de 1878, la división territorial que aquí se establezca. (El Sr. Romero Robledo: Eso ya lo ha dicho el Gobierno). Pues el Gobierno cumplirá ese compromiso, como está dispuesto y resuelto a cumplir todos los que ha contraído, y tiene esperanza de cumplirlos. De manera que con esto creo haber satisfecho los deseos del señor Moret, porque, en último resultado, si no venimos a la división territorial que S.S. dibujó en su proyecto (y digo su proyecto por establecer la debida distinción, porque aquél era en realidad nuestro proyecto), podremos venir a un proyecto de ley cuya división territorial se aproxime mucho a la del proyecto que S.S. presentó a las Cortes.

Y como es probable que S.S. forme parte de la Comisión, allá en el seno de ella podrá defender su sistema, y ojalá que prevalezca sobre los que puedan presentar los demás jefes de las fracciones de la Cámara, en cuyo caso habrá conseguido el Sr. Moret un triunfo completo, que verían con mucho gusto la Comisión y el Gobierno.

Creo, Sres. Diputados, que no debo decir más, porque lo que he dicho es bastante sustancioso, y si lo aceptan las oposiciones, como creo que no podrán menos de aceptarlo, habremos dado un gran paso, y al mismo tiempo que la ley de sufragio universal habremos hecho una división territorial que, contando con la conformidad de todos los partidos, sea lazo de unión entre las diferentes fuerzas políticas del país para asegurar la eficacia del mismo sufragio universal. [3092]



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